Dice Wikipedia que todo el mundo puede editar cualquier artículo. Allí radica parte de su magia, al menos en apariencia. Es la enciclopedia -si se quiere también la torre de Babel-, de la humanidad cuyo origen se remonta al siglo pasado y que destronó a la conocida Encarta de Microsoft. Sin embargo, dice Wikipedia, «algunas acciones y tareas de mantenimiento están reservadas para una clase especial de usuarios, los bibliotecarios (o sysops, en inglés system operators y en español operadores de sistema)».
Estos personajes son vitales para el mantenimiento del orden que exige este volumen de información pues de otro modo no habría un contenido medianamente coherente y estable, pero su labor no escapa a controversias y abusos de poder. Los usuarios de la autodenominada «enciclopedia libre» se quejan con frecuencia de la falta de libertad para editar y discutir las definiciones de la misma, así como el uso arbitrario de atribuciones de los bibliotecarios u otros editores.
Hemos visto como páginas de políticos o personalidades públicas en Wikipedia son blanco de las ediciones de bandos afines y contrarios a sus postulados, donde terminan casi petrificados los contenidos que un bibliotecario determina . Así como discusiones sobre conceptos científicos o morales son zanjados, sin más, por el criterio de un reducido grupo de personas que se han hecho con el control de una parte clave de la enciclopedia a través de sus privilegios de usuario.
Aquella idea de Denis Diderot, uno de los padres de Wikipedia, que buscaba romper los esquemas de las élites culturales al asegurar que la enciclopedia ideal debía ser creada por gente de todo tipo, sin importar su formación, ha fracasado parcialmente pues cada vez es más difícil para una persona del común hacer ediciones sin cometer algún error de procedimiento y ser penalizado por uno de estos personajes llamados bibliotecarios, que código en mano aconductan a los usuarios de la enciclopedia para ejercer un aquella falacia de autoridad, tan humana.
Recientemente me sucedió con un tema del que realicé mi trabajo de grado como psicólogo: El efecto Westermarck y el Complejo de Edipo. Este efecto plantea que la convivencia durante los primeros años de vida, desestimula el deseo sexual, tal como lo pronostica la Teoría de la evolución darwiniana. En Wikipedia dice que el efecto es hipotético, como si no sucediera en realidad y no pudiera probarse, pero la verdad es que ha sido probado en cientos de experimentos doble ciegos como Las Nuerecitas en oriente lejano o los Kibuts en oriente cercano donde la convivencia temprana entre niños y niñas, da al traste con el éxito conyugal.
De modo que decidí editar este término y además poner como fuente el artículo que escribí al respecto, publicado en la primera edición de la revista de psicología de la Universidad de Antioquia. Al otro día tenía un mensaje de uno de los bibliotecarios que decía: «Estimado, deja de hacer SPAM masivo de tu centro, no está permitido». ¿SPAM masivo? Mis ediciones habían sido borradas por el bibliotecario identificado con el número 88.14.221.6. De nada sirvió mi respuesta donde le decía que la edición era pertinente y que el SPAM era su opinión.
Mi insolente respuesta al agente Xabier (con X y b, como hombre y nombre del oscurantismo) recibió el apoyo de su colega Virum Mundi que procedió a bloquear mi acceso a «la enciclopedia de la humanidad», después de declarar que lo que yo hacía, además de SPAM, era vandalismo. Todo un comportamiento al mejor estilo de los agentes de Matrix, pero ya no fruto de la inteligencia artificial, como en la película, sino de la arrogancia natural de los seres humanos. Contacté a otro bibliotecario, como dice el proceso, para ver si era posible el desbloqueo. Este otro bibliotecario, luego de sermonearme por mis errores y conducta, me dijo que la edición de Wikipedia no era para neófitos («gente de todo tipo»). Si quería volver debería disculparme, me advirtió.
No había posibilidad de tal cosa. He decidido pagar mi pena de estar un tiempo por fuera de Wikipedia, sin remordimientos. Las jerarquías y las mafias que hemos querido combatir los amantes del internet, parecen estar lejos de sus propósitos con una especie como la nuestra. El comportamiento de algunos bibliotecarios de Wikipedia, propios de la inquisición y el medioevo, perjudican seriamente el futuro de Wikipedia, que ha comenzado a perder visitas y usuarios a manos de la IA, un nuevo modelo de bibliotecario, con nuevos desafíos, pero sin el sesgo de autoridad.
Mientras escribía este artículo recordaba a otro bibliotecario, este en el colegio San Ignacio de Medellín, y antes de que tuviéramos acceso a internet. Con su peinado mullet y sus gafas, se asomaba por encima de la pantalla del computador para vigilarnos, a un grupo de amigos y a mi, mientras estubíabamos para una evaluación final en la biblioteca escolar. Se nos parecía Óscar el gruñón, de Plaza Sésamo, saliendo lentamente de su caneca. Cada que volteábamos la cabeza hacia su oficina, veíamos aparecer su mota de pelo y luego sus gafas. «Ahí nos está mirando otra vez» comentábamos en medio de las risas que tratábamos de contener.
Uno minutos después pudimos comprobar que no era un muppet. Tenía piernas y se dirigía caminando justo hacia nosotros, aunque con la cara del títere. Indignado nos dijo que debíamos abandonar la biblioteca por faltarle al respeto con nuestra risa. De nada sirvieron nuestras justificaciones sobre lo gracioso de la situación. Al día siguiente nos llamó la directora de la biblioteca para informarnos que estábamos suspendidos, por algo así como una semana, para ingresar a la biblioteca por burlamos del pobre bibliotecario. Era la situación no la persona, como sucede con sus símiles de Wikipedia. Pero tanto hoy como ayer algunos bibliotecarios siguen ejerciendo su humanidad, y sus complejos, sobre los demás humanos.